Como resulta evidente, por haber estado relacionados a creencias y a cultos religiosos de los pueblos antiguos, todos aquellos maravillosos personajes fueron enterrados y olvidados en un mundo de sombras cuando se impuso a sangre y fuego el absolutismo de la religión monoteísta, única y "verdadera" que fue concebida para imperar sobre todos los pueblos sin la mínima tolerancia hacia las creencias populares anteriores (el paganismo) ni a los textos, relatos y representaciones artísticas que mantenían viva aquella era anterior y distinta que poseía una concepción del mundo, una cosmovisión, diferente que chocaba con lo que a partir de allí debía ser considerada una verdad incuestionable y sagrada.
Pero aquellos seres de las mitologías pre-cristianas no sólo lograron sobrevivir gracias a los textos antiguos, a las esculturas, las pinturas, los mosaicos y otros objetos visuales que escaparon de la ciega destrucción que hizo desaparecer para siempre gran parte de las valiosas creaciones de la Edad Antigua, sino que encontraron un refugio que, a pesar de estar sujeto a un proceso de incesantes cambios, transmitió siglo tras siglo, época tras época, generación tras generación los nombres y el recuerdo de esa miríada de dioses, héroes, seres fantásticos, monstruos e historias que nos conectan y nos remontan hacia aquel mundo antiguo donde todos ellos reinaron.
Ese puente que los trajo hasta aquí, manteniéndolos vivos e inmiscuyéndolos día a día en cada rincón de nuestras vidas ha sido el idioma. El idioma que utilizamos diariamente, además de ser legítimamente nuestro y constituir una herramienta de comunicación oral y escrita de millones de personas que viven en el mundo de hoy, es una herencia milenaria cuyos orígenes nos retrotraen a la antigüedad de los griegos y los romanos, pueblos éstos que crearon y convivieron con esos personajes que a través de sus lenguas, se convirtieron en eternos, y a través de ellas, o de sus versiones modernas, aún permanecen vivos y relucientes , como es propio de su merecida eternidad.
Diariamente utilizamos palabras que tienen en ellos su origen, diariamente vivimos dentro de una cultura que ellos mismos nos han legado y que los mantiene incluídos en su interior y por esto podemos considerarnos sus descendientes, quizá no directos, pero sí a través del largo camino de la historia de nuestra civilización.
Las lenguas romances o latinas son aquellas que se formaron en la Edad Media en Europa a partir del idioma latín que se hablaba allí como herencia dejada por la cultura del Imperio Romano tras su desaparición. Los antiguos romanos hablaban el latín, idioma que a su vez hera en gran medida heredero del griego antiguo. Tras la caída del imperio que lo impuso como el principal idioma del mundo antiguo, sobrevivió en gran parte de Europa donde poco a poco fue adquiriendo diferentes facetas, según de qué región que había sido romanizada se tratase, dando así origen a las lenguas latinas: el italiano, el español, el portugués, el francés, el rumano, entre otras de menor importancia a nivel cuantitativo y geográfico.
Como sabemos, algunas de esas lenguas llegaron a América hacia el fin de la Edad Media, a partir de la llegda de los españoles a este continente, y es así como idiomas latinos como el español y el portugués se arraigaron en estas tierras que los contienen como propios en la actualidad y desde hace varios siglos.
Y, como dijimos antes, dado que al ser éstos idiomas latinos, es decir, derivados del latín, son una versión moderna de aquel antiguo idioma que utilizaron nuestros antepasados los latinos de la Edad Antigua, quienes los poseemos como propios actualmente, como un elemento fundamental y central de nuestra identidad, somos descendientes y herederos de aquellos gloriosos pueblos antiguos. Y es que dundamentalmente por esta razón es nosotros, los americanos hablantes de idiomas hijos del latín de los antiguos romanos, somos llamados "latinos" o "latinoamericanos".
Ante esta realidad, debemos tomar consciencia del valor del tesoro que poseemos en nuestras manos, y hacerlo significa seguir manteniendo viva esa milenria llama de cultura y sabiduría ancestral.
Esa cultura ancestral nos trae el recuerdo, por ejemplo, de aquel inmenso y fantástico mundo de seres humanos o divinos y sus interesantes e incomparables historias que constituyeron un elemento central del mundo y la identidad de nuestros antepasados y que en aquella época estaban vivos y eran conocidos, queridos y venerados por todos.
Por esto intentaremos ahora echar un vistazo a algunos de los personajes de la mitología y las leyendas grecorromanas que están contenidos en las palabras que utilizamos diariamente cuando hablamos, escribimos o leemos un libro, un cartel callejero o una frase que aparece en el televisor o en la computadora.
Un claro e insoslayable ejemplo de la presencia de nuestros antepasados inmortales en nuestros dís actuales lo encontramos precisamente al hablar de los dís de la semana:
La "Septimana" (es decir, "la semana", en latín) en la antigüedad clásica (el mundo de los griegos y los romanos) estaba compuesta por siete días, y cada uno de ellos estaba dedicado a un dios del panteón grecorromano.
De esa semana antigua deriva la semana actual que usamos nosotros para organizar el tiempo y diferenciar los días. Y veremos cómo sus antiguos nombres son el origen de los nombres de nuestros días en castellano.
A continuación veremos como se llamaban los días en latín en la antigüedad junto con su equivalente actual en castellano y veremos a qué divinidad estaba dedicado cada día.
(Las imágenes pertenecen a un mosaico romano del siglo II d. C. hallado en Suiza, donde están representados los dioses asociados a los siete días de la semana).
★ Solis Dies (latín)-----Día Domingo (castellano)-----Primer día de la semana, dedicado al dios romano "Sol" (equivalente al dios griego Helios), personificación del Sol. La diferencia entre el nombre en latín y en castellano de este día se debe a que ya en época de hegemonía de la religión cristiana, se reemplazó el nombre de "día del Sol" por "Domingo", que significa "día del señor" (en alusión al dios único Jehová, o Yahveh de La Biblia).
Pero al menos "el Día del Sol" a sobrevivido, aunque no en una lengua latina, sino en la más difundida de las germánicas: el inglés, donde el domingo se llama "Sunday" (día del Sol).
★ Lunae Dies (latín)-----Día Lunes (castellano)-----Segundo día de la semana, estaba dedicado a la diosa romana "Luna" (equivalente a la diosa griega Selene), personificación de la Luna, el satélite de nuestro planeta Tierra.
★ Mercurii Dies (latín)-----Día Miércoles (castellano)-----Cuarto día de la semana, dedicado al dios romano "Mercurio" (equivalente al dios griego Hermes), era el mensajero de los dioses, dios del comercio, de los viajes, los caminos y de los ladrones.
★ Jovis Dies (latín)-----Día Jueves (castellano)-----Quinto día de la semana, dedicado al dios romano "Júpiter" (equivalente al dios griego Zeus), el rey de los dioses del Olimpo (los olímpicos). A Júpiter también lo llamaban "Jovis", y es éste el nombre que dio origen a la palabra "Jueves".
★ Veneris Dies (latín)-----Día Viernes (castellano)-----Sexto día de la semana, dedicado a la diosa romana "Venus" (equivalente a la diosa griega Afrodita), diosa del amor y la belleza y representante de la femineidad.
Pero al menos "el Día de Saturno" a sobrevivido, aunque no en una lengua latina, sino en la más difundida de las germánicas: el inglés, donde el sábado se llama "Saturday" (día de Saturno).
Los nombres de los días en latín también pueden anteponer la palabra dies (día) al nombre del dios que da nombre al día: Dies Solis, Dies Lunae, Dies Martis, Dies Mercurii, Dies Jovis, Dies Veneris, Dies Saturni.
A continuación veremos las imágenes de otros dos mosaicos romanos que representan a los dioses de los días de la semana. El primero fue hallado en Túnez (país del norte de África cuyo territorio perteneció al Imperio Romano en la Edad Antigua) y el segundo fue hallado en Itálica, ciudad del sur de España (país que en la antigüedad era una provincia romana con el nombre de Hispania).
Como vemos, la "septimana" (semana) honraba a siete de los muchos dioses del panteón grecorromano, los cuales eran identificados con astros del cielo. Y es por esto que también podemos encontrar a estas divinidades en los nombres de los planetas y los satélites del Sistema Solar:
★ El Sol-----Dios romano Sol (Helios griego).
★ Planeta Mercurio-----Dios romano Mercurio (Hermes griego).
★ Planeta Venus-----Diosa romana Venus (Afrodita griega).
★Planeta Tierra-----Diosa romana Terra Mater, también llamada Tellus (Gea o Gaia griega), diosa que representaba a la Tierra.
★ Luna, el satélite de la Tierra-----Diosa romana Luna (Selene griega).
★ Planeta Marte-----Dios romano Marte (Ares griego).
★ Planeta Júpiter-----Dios romano Júpiter (Zeus griego).
★ Planeta Saturno-----Dios romano Saturno (Cronos griego).
★ Planeta Urano-----Dios griego Urano (también llamado Caelus o Caelum por los romanos, nombre este que dio origen a la palabra "cielo"), era el dios que representaba al Cielo.
★ Planeta Neptuno-----Dios romano Neptuno (Poseidón griego). Era el dios del mar.
★ Planeta Plutón-----Dios romano Plutón (Hades griego). Era el rey del mundo subterráneo de los muertos.
(Plutón no es actualmente considerado un planeta, sino un cuerpo celeste de una categoría menor).
Recordemos que la mayoría de las constelaciones también tienen su origen en la Edad Antigua y están inspiradas en estos dioses y demás personajes y objetos especiales de la mitología grecorromana.
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