jueves, 21 de julio de 2011

Una bandera para América Latina II : El Sol de los Latinos.

Si pensamos en cómo podría ser una bandera que represente a todos los latinoamericanos, o a los sudamericanos, podemos encontrar una valiosa fuente de inspiración en el mensaje de los colores y en la milenaria historia de los latinos y los colores que han representado a éstos desde hace tantos siglos (de todo esto hablamos en "Una bandera para América Latina y el mensaje de los colores").
Y si no tenemos dudas de los colores de nuestra bandera, nos faltaría imaginar cuál sería el símbolo incluido en ella.
Dado que América Latina es una tierra cálida, soleada, tropical, ecuatorial, vivaz, enérgica y apasionada, ningún otro elemento podría representarnos mejor que el Sol, fuente de luz, energía, vida y símbolo del calor, lo positivo, la alegría y el movimiento.
El Sol, de hecho fue un símbolo que estaba muy presente en las principales civilizaciones de la América anterior a la llegada de los europeos (mayas, aztecas e incas). Los pueblos originarios lo adoraban como un dios, aunque su culto incluía crueles sacrificios humanos como ofrenda a esta divinidad.
Pero si bien la adoración del Sol como fuente de la vida, parece ser una práctica universal de todas las civilizaciones antiguas, el paso de los siglos, el avance de la historia y los conocimientos científicos, han eliminado prácticamente toda creencia religiosa vinculada a la adoración de elementos de la naturaleza ; se han desmitificado todas las supersticiones y cultos de los pueblos antiguos, y la consideración del Sol como una divinidad benefactora hoy resulta una fábula infantil, que sólo pudo haber sido concebida a partir de la profunda ignorancia de las muchedumbres de épocas pasadas.
Y eso ha significado un avance, una muestra de maduración y evolución de la humanidad...aunque es muy evidente que esa evolución ha sido parcial y no incluye a toda la humnidad, sino que deja afuera a la mayoría de ella, la cual quizá ya no adore al Sol como a un dios, o a ningún otro elemento de la naturaleza, pero en su lugar adora a nuevos dioses, algunos de los cuales basan su existencia en su invisibilidad, mientras que otros presuntamente fueron visibles, portando un apariencia humana y un parentezco con los dioses del cielo.
Es que las grandes religiones que siguen en pie y gozan de millones de fieles en todo el mundo aún en este siglo XXI, tienen su origen en aquellos cultos a dioses que representaban las fuerzas y los elementos del mundo que rodeaba al hombre de la antigüedad, entre los cuales etaba el Sol.
El Sol antiguamente concebido como un dios, ya ha sido desmitificado para siempre. Su otrora divinidad ya no goza de ningún creyente y es por esto que hoy, además de su influencia física en el Sistema Solar (y principalmente en la Tierra), triunfa como lo que verdaderamente es sin necesidad de ostentar ningún atributo divino : es símbolo de vida, de conocimiento, de alegría, de energía y de eternidad.
Y es ese símbolo el que mejor representa a esta tierra cálida y vibrante que es Latinomérica, y a la pasión y la energía de su gente. Símbolo que, además, tiene connotaciones autóctonas, por haber sido objeto de adoración de los pueblos originarios.
De este modo, además de los colores del fuego, la luz, la calidez, la sangre y la pasión (rojo y amarillo), los latinos podemos identificarnos con este elemento que es la fuente universal de la vida y de la luz y que ya no posee ni debe poseer ninguna connotación religiosa: El Sol.


No hay comentarios:

Publicar un comentario